20 de septiembre de 2017. El 19 de septiembre, ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el gángster fascista Donald Trump amenazó con aniquilar a un país entero —Corea del Norte— y su población. Dijo: “Estados Unidos tiene gran fuerza y paciencia, pero si se ve obligado a defenderse a sí mismo o a sus aliados, no tendrá ninguna opción salvo destruir totalmente a Corea del Norte. El Hombre Cohete está en una misión suicida para él y su régimen”.
Trump no es un lunático aislado. Leía un discurso preparado ante una reunión de los líderes del mundo. Pronunciaba una declaración de su camarilla fascista. Su régimen está emperrado en emprender una guerra. Es un peligro mortal inmediato para los 25 millones de habitantes de Corea del Norte, y de hecho para el planeta entero.
Como un esposo que le pega a su esposa, Trump enganchó su falsa preocupación por el pueblo de Corea del Norte con la promesa de aniquilarlo. Dio a conocer que Estados Unidos ha sido una víctima desde hace mucho perseguida. La alegación falsa de victimismo es un elemento clave de la ideología fascista. Pero nunca jamás se ha visto semejante brecha entre el presunto victimismo y el poder real. Trump tiene el dedo en el disparador nuclear, y ya ha amenazado con oprimirlo. Está al mando de la más poderosa fuerza armada y arsenal nuclear del mundo — y nadie ni se le acerca. Ha pedido razones sobre por qué no debe usar armas nucleares. Eso no es una exageración, es una verdad que el régimen de Trump representa una amenaza más grande para los pueblos del mundo que Hitler.
¿Qué no haría una persona consciente y de corazón para acabar con esta pesadilla?
Suene la alarma, únase a esta causa con toda la pasión, creatividad, energía y determinación que se merece y necesita para organizar, preparar y hacer que todos sepan lo que empieza el 4 de noviembre. ¡En nombre de la humanidad, este régimen fascista tiene que MARCHARSE!