De Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org):
Coco Das
Así termina el 2018.
Trump ordena el retiro de soldados de Siria.
El secretario de Defensa “Mad Dog” Mattis lanza un rechazo público en su carta de renuncia, diciendo: “Mi opinión sobre tratar con respeto a los aliados y también ser realista respecto a todos los actores malignos y competidores estratégicos es firme y se basa en más de cuatro décadas de inmersión en estos temas…. Porque usted tiene el derecho de tener un secretario de Defensa cuyas opiniones estén mejor alineadas con las suyas sobre esos y otros temas, creo que lo correcto para mí es dejar mi puesto”.
Con un gesto como para decir: “No puedes renunciar. Te despido”, Trump le ordenó a Mattis que se fuera antes del 1° de enero.
Justo antes de los días festivos, el gobierno se paraliza sobre financiar el muro fronterizo.
Al fin de semana, cuando todo esto está sucediendo, Chuck Schumer dice: “Es posible que esta fuera la semana más caótica de la que ha sido, sin duda alguna, la presidencia más caótica de la historia de Estados Unidos”.
En medio de todo este caos, el régimen de Trump y Pence se mantiene en vigor, listo para tomar medidas aún más asombrosas para reconfigurar el gobierno, la sociedad y el imperio, descartar por la borda normas existentes, hacer añicos viejas alianzas, y eliminar obstáculos a la limpieza étnica y la tiranía manifiesta. Considérese la siguiente declaración de Mike Shields, comentarista de CNN y ex jefe de personal del Comité Nacional Republicano (RNC): “La plataforma electoral [de Trump], lo que en realidad él cree profundamente, y sobre lo que él y Steve Bannon trabajaron juntos… fue el de cambiar nuestra política de comercio, cambiar nuestra política de inmigración y cambiar nuestra política exterior. Y sabían que no había manera de hacerlo sin causar grandes trastornos y que no faltarían los que dirían que es caos. Creo que lo esperaban y creo que lo que estamos viendo es que por fin el presidente ha llegado a tal punto en su presidencia que dice, mira, voy a empezar a implementar las políticas de mi campaña electoral. Y en realidad no me importa el caos que ustedes piensen que hay, vamos adelante — eso es lo que pasa cuando cambias las cosas”.
De cierta manera, el caos es el propio vehículo a través del cual este régimen se libera de los límites impuestos por el orden interior y exterior establecidos. Nos obsesionamos con el caos, mientras que el programa fascista subyacente se vuelve secundario o invisible. Aún durante la campaña electoral, Trump causó y prometió un nivel desestabilizante de caos. Las estridentes chusmas de linchamiento que suscitó en sus mítines de campaña, los constantes rumores y escándalos que escandalizaron y excitaron pero que jamás causaron su caída, los insultos y amenazas a sus contrincantes y a la prensa. Debemos suponer que fascistas como Trump tienen una tolerancia infinitamente alta para el tipo de caos que estremece a otros sectores de la clase dominante. También debemos suponer que esos otros sectores, con su deseo por la estabilidad, buscarán esa estabilidad capitulando ante las demandas del régimen fascista. Eso es lo que la historia nos enseña, y lo que ya están haciendo. Pero a los fascistas no les templan los compromisos. Persiguen la totalidad de lo que quieren, manteniendo su impulso en lo que el historiador Robert O. Paxton llama “una espiral cada vez más ascendiente de retos cada vez más atrevidos”, hacia una etapa final en la que se concreticen los sueños de una pureza racial y poder creciente, a un gran costo a la humanidad.
Hace un año, en nuestro portal [de Rechazar el Fascismo], dijimos: “Lo que el régimen de Trump y Pence ha sobrevivido hasta la fecha es la turbulencia que prometió, una turbulencia necesaria para hacer añicos las normas existentes y generar un cambio cualitativo con respecto a cómo gobernar la sociedad. Esta turbulencia dará a luz a un nuevo orden, el orden del fascismo, bajo el cual todos sepan cuál es su lugar y nadie se atreva a salir del mismo” (vea, en inglés, “The Crisis They Haven’t Faced Yet” [La crisis que todavía no han enfrentado]). Por dos años, la gente ha visto el caos de esta presidencia como si fuera una señal de incompetencia o de descomponerse. Esa es una ilusión peligrosa. Al mismo tiempo, este caos podría volvérseles una fuente de vulnerabilidad, SIEMPRE Y CUANDO la gente, miles de personas creciendo a millones, actúen en protesta decidida en masa para pararlos.
No sabemos qué seguirá a la retirada de 2.000 soldados de Siria o la renuncia de Mattis, pero lo que sí sabemos es que hoy mismo Estados Unidos tiene 5.000 soldados en la frontera con México, que Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita siguen escalando los crímenes de guerra contra Irán, y que los ataques aéreos estadounidenses no dejarán de apabullar a civiles en Afganistán, Libia, Irak y muchos otros países. Sabemos que millones de personas en Yemen sufren de hambruna y genocidio causados por una matanza liderada por Arabia Saudita y financiada por Estados Unidos. Sabemos que este régimen lanzó “la madre de todas las bombas”, que Trump ha preguntado repetidamente por qué no usamos las armas nucleares ya que las tenemos, que la más reciente Revisión de Postura Nuclear expande las circunstancias bajo las cuales Estados Unidos consideraría el uso de armas nucleares.
Así ha terminado el año 2018 para nosotros. Una niña y un niño, ambos de Guatemala, han muerto bajo custodia estadounidense en la frontera, perdiendo sus preciosas vidas a manos de este régimen. ¿Qué les debemos a esos niños, y a las vidas que penden de un hilo por todo el mundo? Nuestra misión hoy es tan clara como cuando empezamos, movilizar a millones de personas para tomarse las calles con un movimiento no-violento y sostenible para exigir, en nombre de la humanidad: el régimen de Trump y Pence tiene que marcharse. Arriba las aguas están muy turbulentas, pero por acá abajo las aguas están demasiado tranquilas. Solo hay una clase de trastorno que el régimen fascista teme, el trastorno y desobediencia de las masas populares. Urge aprovechar las escisiones en la cúpula con un masivo trastorno desde abajo, para mover las aguas según nuestros términos y arrebatarle un futuro diferente a este tumulto.